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viernes, 9 de diciembre de 2011

La excomunión

Quería poneros el texto y la traducción de la excomunión que aparece en el cómic. Sin embargo, durante la Edad Media no había un texto fijo de excomunión, tal vez cada obispo tenía el suyo, aunque en realidad la mayoría de excomuniones eran personales, es decir, se elaboraban para alguna persona en concreto que había cometido algún pecado de los que hacen incurrir en excomunión. La excomunión que he usado yo se llama "excomunión de Rochester", por haber sido hallado el documento en esta ciudad inglesa, el documento data del siglo XII.


“Ex Auctoritate Dei omnipotentis, Patris, et Filii, et Spiritus Sancti, et sanctorum canonum, sanctaeque et intemeratae Virginis Dei genetricis Mariae, atque omnium coelestium virtutum,...”

“Excommunicamus et anathematizamus hunc (vel os) furem(s), vel hunc (vel os) malefactorem(s), et a liminibus sanctae Dei ecclesiae sequestramus ut aeternis suppliciis excruciandus(i) mancipetur(ntur), cum Dathan et Abiron [así aparece este nombre en el manuscrito, aunque en transcripciones posteriores se corrige y se pone “Abiram”], et cum his qui dixerunt Domino Deo, ‘recede a nobis, scientiam viarum tuarum nolumus’. Et sicut aqua ignis extinguitur, sic extinguatur lucerna eius (vel eorum) in saecula saeculorum nisi resipuerit(nt), et ad satisfactionem venerit(nt)”.

“Por la Autoridad de Dios omnipotente, Padre, Hijo y Espíritu Santo, de los santos cánones, de la santa e incorrupta Virgen María Madre de Dios, y de todos poderes celestiales...”

“Excomulgamos y anatematizamos a este (estos) ladrón (ladrones), o a este (estos) malhechor (malhechores), lo(s) segregamos de los límites de la santa Iglesia de Dios a fin de que sea(n) entregado(s) a padecer los suplicios eternos, junto con Datán y Abirón y con aquellos que dijeron al Señor Dios ‘apártate de nosotros, no queremos saber de tus sendas’. Y así como el fuego es extinguido por el agua, así se extinga su luz, por los siglos de los siglos, a menos que se haya(n) arrepentido y ofrezca(n) justa reparación”.

De hecho, si os fijáis, la última parte en que dice: "a menos que se hayan arrepentido y ofrezcan justa reparación" no la he incluido en el cómic porque no me cabía, jeje (y eso que es la única parte donde se da una oportunidad de remisión).
 
Bueno, analizada en conjunto, desde luego que asusta, ¿eh? ¡a mí me dicen eso y también me iría corriendo! Ahora podéis comprender mejor la reacción de Arnald, Roland y los otros caballeros.

Para el que quiera más información sobre esto de la excomunión, os remito a la enciclopedia católica, yo solamente hago un par de apuntes. Durante el siglo XI se comienza a instaurar lo que se conoce como la paz y la tregua de Dios, esta iniciativa viene de la mano de la reforma de Gregorio VII en que lucha contra el emperador por evitar las investiduras laicas, y también pelea contra la simonía (venta de las cosas sagradas, como sacramentos, bulas, etc) y contra los curas y obispos que no vivían dignamente, es decir, que vivían o bien con una mujer (Nicolaismo) o que se enriquecían vilmente. Pues bien, la paz y la tregua de Dios se hicieron para controlar la violencia de los nobles y caballeros, tanto la que hacían entre sí, como la que hacían contra los más débiles e indefensos. La paz de Dios establecía que no se podían atacar ni a campesinos ni eclesiásticos (monjes, monjas, sacerdotes, etc), ni tampoco entrar en tierra sagrada armado (iglesias y demás lugares de culto). Por otro lado, la tregua de Dios establecía que desde el jueves por la tarde hasta el lunes no se podía pelear, en respeto a la pasión y resurrección de Nuestro Señor, que sucedió en esos días de la semana. Estos decretos eran variables y se fueron aplicando paulatinamente en distintas diócesis, algunas más estrictas y otras menos. Pues bien, todos aquellos que incumplían estos decretos incurrían en excomunión automática, y eso es lo que sale reflejado en el cómic. De alguna manera fue uno de los esfuerzos de la Iglesia por tal de proteger a los indefensos y controlar la belicosidad de la casta guerrera. En mis tierras catalanas uno de los grandes "apóstoles" de la paz de Dios fue el Abad Oliba, que tantas cosas hizo por aquí.


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